Brasil

El apoyo de Jair Bolsonaro a un proyecto de apertura al juego genera controversias en el oficialismo

La iniciativa cuenta con el apoyo de Bolsonaro y de muchas personas en el Gobierno, entre los que se cuentan dos de sus hijos y de una infinidad de legisladores,
14-10-2020
Tiempo de lectura 2:37 min
La legalización de los casinos en Brasil está lejos de tener consenso en el gobierno de Jair Bolsonaro. El presidente quiere habilitar el juego en poco tiempo, lo que representa un cambio radical respecto a su discurso de campaña, en el que decía que el "juego solo se presta para lavar dinero" y "destruir familias".

Esta iniciativa cuenta con el apoyo de muchas personas en el Gobierno, entre los que se cuentan dos de sus hijos y de una infinidad de legisladores, sobre todo del bloque de partidos conocido como Centrão.

En la vereda de enfrente está la ministra de Mujer, Familia y Derechos Humanos, Damares Alves, quien amenaza con irse del Gobierno si la cuestión avanza. Y Bolsonaro también debe enfrentar a toda la bancada evangelista en el Congreso; lo que representa un dato significativo ya que los evangelistas representan un tercio de sus votantes, que serán vitales para llevarlo a la reelección. Hace poco, el senador Irajá finalizó el proyecto que defiende la implementación del juego y obtuvo la adhesión de Eduardo Bolsonaro.

Ambos se han reunido con frecuencia para debatir el tema y procuran, en vano, que las alas bolsonaristas contrarias no se enteren de estos encuentros.

El otro hijo del presidente, Flávio, hace tiempo que lucha por los casinos. Como se ve, la cosa está en camino. La propuesta de Irajá, que fue formalmente presentada y ahora está siendo debatida por los legisladores, indica que los establecimientos de juego funcionarán dentro de complejos hoteleros, llamados "resorts integrados", y que "ocuparán un 10% de la superficie del lugar".

Al margen de las peleas entre bolsonaristas por los casinos, el propio presidente es polémico: en la campaña estaba en contra, y en el Palacio de Planalto, por debajo de la mesa, apoya el juego con ímpetu. El proyecto, ni bien comenzó a redactarse, también comenzó a provocar el desagrado de la bancada evangelista. Por ello es posible imaginar cuál será el clima en el recinto, ahora que Irajá lo presentó sin muchas explicaciones.

La discordia entre los bolsonaristas viene de hace tiempo, solo que ahora amenaza con explotar.

Cabe recordar que Irajá y Flávio permanecieron ocho días en Miami y Las Vegas, donde se encontraron con Sheldon Adelson, presidente de Las Vegas Sand Coorporation y uno de los más grandes donante para la campaña de Donald Trump en 2016; y Mario Guardado, director de la lujosa red de casinos.

Según Irajá, “la legalización de los casinos atraerá a grandes inversores al mercado de turismo brasileño”. Habló de turismo y del ministro del área, Marcelo Álvaro Antônio, quien transita las mismas aguas que Eduardo, Flávio e Irajá —y, por lo tanto, contra la corriente de Damares—; y no es nuevo que la ministra viene siendo atacada internamente.

Cabe recordar la reunión del 22 de abril, que originó la investigación del Supremo Tribunal Federal (STF) sobre la interferencia de Jair Bolsonaro en la Policía Federal. Esa interferencia, que llevó a la salida de Sergio Moro del Gobierno, fue tan escandalosa que poca atención recibieron las ofensas intercambiadas entre los que estaban a favor de los casinos y Damares.

El ministro Álvaro Antônio habló durante bastante tiempo y garantizó que su propuesta era diferente a los bingos y las tragamonedas. Durante la exposición, fustigó a Damares al decir que ella estaba “observando con un rostro desagradable”.

La ministra respondió que la idea era un “pacto con el diablo”. En medio del tumulto, Paulo Guedes, ministro de Economía y también contrario a Damares, argumentó que no había ningún problema: “son multimillonarios, millonarios y ejecutivos de todo el mundo. Llegan, dejan el dinero que ganaron anteayer, beben y se van felices de la vida”.

La posición de Damares solo se basa en su fanatismo religioso. Por su parte, quienes forman parte del Gobierno y están en la vereda opuesta, solo saben hablar de números y ventajas económicas.

En definitiva, lo que se ve es un nuevo transcurso de horas, días y meses de discusión, mientras Brasil se hunde en profunda crisis social.

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