Lo primero que hay que anotar es que no es fácil encontrar cifras consolidadas de la actividad en la región, principalmente por la diversidad normativa, incluso al interior de algunas naciones. No obstante, con países que manejan una buena estructura de consolidación de las cifras, tales como Uruguay, Paraguay, Panamá y Colombia, y con el análisis de tendencias y algunas cifras parciales en otras naciones, hemos calculado que las rentas directas que los juegos de azar generan en la región, superan los USD$4.000 millones anuales. Esta cifra podría apreciarse poco representativa al observar el destino que los gobiernos le dan a los recursos que provienen de la actividad, que son para Salud y Asistencia Pública (Colombia, México, Venezuela y Honduras), Turismo (República Dominicana, Uruguay, Chile, Perú), o Deporte y Seguridad Social (Brasil). Por poner un ejemplo, si en Colombia los recaudos directos de los juegos de azar ascendieron a COP$600 mil millones (unos USD$240 millones), que van con destinación específica para la Salud, que tiene un presupuesto anual de COP$28 Billones (USD$11.200 millones), los juegos de azar “apenas” aportan un 2,1% del presupuesto de la salud. Este panorama seguramente se repite en otras naciones, como consecuencia de la destinación que tienen estos recursos, que atienden campos críticos de la política integral de un país.
Este pequeño porcentaje sin embargo, es bastante representativo como quiera que se genera de una actividad comercial que estimula factores sociales como el entretenimiento, y también la satisfacción del juego responsable, conducta de base antropológica.
Y podría resultar aún más representativo si lo sacamos de su contexto de aplicación o destinación, y lo confrontamos con otras cifras.
Por ejemplo, de acuerdo con lo registrado en el Estudio Económico de América Latina y el Caribe realizado por la Cepal, en 2013, los países de la región destinaron USD$31.210 millones como inversión en Investigación y Desarrollo, siendo Brasil un país excepcional en este criterio, al aportar USD$20.354 millones a ese total. De tal manera que si excluyéramos a Brasil, que como ya se dijo es excepcional en este criterio, podría afirmarse que las rentas generadas por los juegos de azar en Latinoamérica, producen cerca del 40% del presupuesto anual para Investigación y Desarrollo de la región. No se trata de modificar la destinación de tales recursos, que supondría un enorme esfuerzo legislativo y comprometer las voluntades de los dirigentes. Se trata simplemente de volverlo discurso, para hacerlo más visible.
Es distinto decir que la actividad genera el 1% o el 2% del presupuesto de Salud y Asistencia Pública, o el 5% del presupuesto en Turismo, a enmarcarlo con letras de molde afirmando sin duda alguna que la actividad de los juegos de azar produce el 40% de los recursos que se destinan para Investigación y Desarrollo. Puede ser un tema de forma, pero comunica eficientemente.
Quienes toman las decisiones legislativas de regulación y control en muchos de nuestros países, a veces no tienen la suficiente perspectiva integral de la actividad, y terminan ejerciendo su capacidad normativa motivados por prejuicios o una visión sesgada de ella. Y la orientación de tales conductas conducirá a aumentar las restricciones que ya se ejercen sobre los juegos de azar. Brindar una alternativa de visión para los juegos de azar, en la que se realce su impacto sobre la economía en general, además de constituir un mínimo acto de justicia con una actividad en la mayoría de las ocasiones injustamente tildada, es permitir forjar una nueva percepción en las diferentes autoridades legislativas y de control, y en consecuencia conseguir que su orientación esté más dada a promover responsablemente los juegos de azar. En términos de los supuestos básicos del mercado, siempre es mejor promover que restringir.
En muchas ocasiones los actores privados de la actividad caen en la paradoja de la visibilidad porque, a pesar de ser conscientes de la importancia de hacerse visibles, saben que no faltan quienes aprovechan tal condición para incrementar los tributos. Es por eso que el afán de hacer más visible la importancia de los juegos de azar en la economía latinoamericana debe ser un esfuerzo conjunto entre operadores privados y Estado, para que se le dé a la actividad el valor que se merece, y para que ello genere una propuesta virtuosa de dinamizar el mercado también por la mayor credibilidad que sobre el mismo se produzca.