Los investigadores de la Autoridad del Juego holandesa analizaron 10 videojuegos de los que se sospechaba que podrían desencadenar adicciones entre los usuarios, y concluyeron que en términos de diseño y mecanismo, son comparables a las máquinas tragamonedas. Sobre cuatro de ellos, de los que no se han revelado los nombres, pende la amenaza de multa de hasta 820 mil euros si no adaptan en las próximas ocho semanas su diseño o cumplen con la legislación de juegos de azar, según reveló esta semana el diario holandés De Volkskrant.
El motivo radica en que las compañías que comercializan estas aplicaciones utilizan como estímulo los llamados “cofres de recompensa” o “botines”. Estos tesoros virtuales ofrecen mejoras para los personajes, complementos exclusivos para personalizarlos, cartas especiales o ventajas para avanzar más rápido que los competidores en el juego a cambio de micropagos. El problema que detectan las autoridades holandesas es que el factor sorpresa que caracteriza a estos cofres podría generar en los consumidores altos niveles de adicción, similares a los potenciales en juegos de casino.
“Si los artículos de los botines pueden adquirirse al margen del juego estamos hablando de apuestas para las que se necesita una licencia”, remarca la directora de la Autoridad del Juego, Marja Appelman. No es la única en poner bajo lupa a pasatiempos que emplean este sistema de ruleta de casino. Las autoridades australianas y belgas también tomaron medidas para intervenir en el mercado de los micropagos que genera cada año unas ganancias de aproximadamente 24 mil millones de euros para las compañías desarrolladoras de juegos como el League of Legends, Hearthstone, Overwatch o World of Warcraft.
La Comisión del Juego de Bélgica llegó a proponer la prohibición de estos anzuelos en la UE. “Este es el tema del que las autoridades de juego están hablando en toda Europa”, admite Appelman. Los expertos señalan el riesgo al que se exponen los consumidores, especialmente los más jóvenes. Aunque la investigación de la Autoridad del Juego holandesa admite que todavía “no hay indicios de que los cofres se abran a gran escala por personas con problemas de adicción”, sí señala que la mecánica es la misma y por tanto deberían estar sujetos a la legislación de los juegos de azar.
Además de frenar los potenciales efectos sobre el consumidor, Holanda quiere fiscalizar estas prácticas comerciales a través de las licencias existentes para los juegos de azar. La legislación holandesa impondría a las compañías una tasa especial sobre las apuestas del 2% de la facturación. De ese porcentaje, un 1,5% cubre los costes y gastos del supervisor. El otro 0,5% se invertiría en el Fondo de Adicción al Juego, para prevenir y reducir la ludopatía. A esa tasa hay que sumarle el impuesto del 29% de los ingresos brutos que regula este tipo de actividades en la industria.
El supervisor holandés también administra un registro central en el que se inscriben los nombres de usuarios a los que se les debe denegar su participación en los juegos más adictivos durante un período mínimo de seis meses. Entre las restricciones se incluyen los casinos, máquinas tragamonedas y juegos online.