Entre el material destruido figuran grandes máquinas valorizadas en 2.500 dólares cada una, y otras más pequeñas de uso infantil, cuyo costo supera los 300 dólares.
Durante la destrucción de 415 de estas máquinas ilegales, ejecutada el pasado miércoles en un depósito del Mincetur en el Callao, San Román explicó que muchos de esos aparatos no cumplían con los requisitos técnicos del caso o funcionaban en salas de juego informales.
“Realmente son máquinas que tragan monedas, es decir, no devuelven nada a quien las usa y eso es una forma de estafa. Además, la mayoría de ellas son dirigidas a menores de edad, lo que genera ludopatía en los niños. Es nuestro deber proteger a ese sector vulnerable”, anotó.
Según el funcionario del Mincetur, los procedimientos para reordenar y formalizar esta actividad en el país comenzaron en el año 2006. Desde entonces se han decomisado 5.573 máquinas tragamonedas en diversas regiones, de las cuales 5.262 han sido destruidas.
“Como no se ha podido acreditar la propiedad de estas máquinas, se entiende que son de dudosa procedencia, incluso hemos hecho decomisos en lugares donde ya habíamos intervenido, lo que demuestra que hay un factor de reincidencia”, manifestó San Román.
Tras advertir que los reincidentes podrían ser castigados con al menos cuatro años de prisión efectiva, el funcionario señaló que estas máquinas deben tener alta resistencia eléctrica y estar ubicadas a no menos de 150 metros de una institución educativa o de un templo religioso.
Pese a la labor permanente de control y fiscalización que ejecuta el Mincetur para combatir esta actividad informal, aún operan en Lima unas mil máquinas tragamonedas pequeñas o “de bolita”, dirigidas a niños; las que funcionan en bodegas, mercados, farmacias, panaderías, etc.