Las excepciones contempladas en la nueva normativa, que ha sido respaldada con 317 votos a favor y 93 en contra, son las carreras de caballos y las loterías estatales. También prohíbe la utilización de tarjetas de crédito y otras formas de pago para hacer dichas apuestas.
La ley, que deberá pasar ahora al Senado para su aprobación definitiva, refuerza las competencias de las autoridades para trabajar con los proveedores de Internet a fin de restringir el acceso a las páginas Web relacionadas con el juego.
Los patrocinadores del proyecto, los republicanos Bob Goodlatte y Jim Leach, argumentan que la ley contribuirá a resolver los innumerables problemas que causa el juego en la red, mientras que los detractores aseguran que es una iniciativa condenada al fracaso, ante la imposibilidad de controlar ese sistema.
Los opositores de la legislación aseguran también que se trata de una maniobra electoral del Partido Republicano para recabar apoyo de la base conservadora con miras a las elecciones de noviembre.
Quienes no ven con agrado la reglamentación de este proyecto, aseguran que lo mejor es regular un mercado de 12 mil millones de dólares, en lugar de prohibirlo. El legislador republicano Barney Frank aseguró: "La prohibición no funcionó con el alcohol, y tampoco podrá con las apuestas".
La AGA (American Gaming Association) se opuso en el pasado a una reglamentación del juego online, pero recientemente solicitó un estudio de factibilidad para una medida de este tipo. Cabe señalar que las oficinas de las principales compañía de juego online internacionales se encuentran fuera del territorio norteamericano, pero al menos la mitad de los apostadores vive actualmente en los Estados Unidos.