Durante el año 2002, en el peor momento de la crisis económica que atravesó la Argentina, se apostaron casi 2.000 millones de pesos (687 millones de dólares) en todo el territorio porteño, entre el casino flotante, quinielas, loterías, bingos, carreras de caballos, entre otros. Según datos oficiales, en el 2004 y gracias en parte a la inclusión de las tragamonedas, el monto jugado creció 150% hasta llegar a los 5.000 millones de pesos (1.717 millones de dólares), lo que equivale a lo que el gobierno porteño destina a la salud en tres años y nueve meses.
La propensión al juego, incluso, parecería no haber alcanzado su techo en la ciudad de Buenos Aires. En el Instituto de Juegos y Apuestas porteño, por ejemplo, aseguran que aún hay más demanda que oferta y que, con una industria del azar más desarrollada, el monto jugado podría incrementarse bastante más.
Las estadísticas indican que no es poco cuanto se apuesta en la ciudad de Buenos Aires. Los 5.000 millones que se juegan principalmente en el casino flotante y en las tragamonedas del Hipódromo de Palermo representan casi todo el presupuesto de la ciudad de Buenos Aires (5.600 millones), más que todo el dinero que cada año la Nación destina a Educación y Ciencia (4.800 millones) o el dinero que se necesita para mantener el área de Salud de la ciudad durante tres años y nueve meses (1.300 millones por año).
En el casino flotante se juegan alrededor de 1.820 millones de pesos al año (625 millones de dólares). En las tragamonedas del Hipódromo de Palermo, alrededor de 1.500 millones de pesos (515 millones de dólares). El resto de esa suma, hasta llegar a los 5.000 millones se lo reparten los bingos y todos los juegos de azar autorizados.
Fuentes del Instituto de Juegos minimizaron el crecimiento de la industria del azar. "Obviamente, la aparición de las tragamonedas influye mucho, porque es un juego intenso, de resolución inmediata. Pero el incremento en los montos que se apuestan depende de varias cosas. Por un lado, es cierto que creció la oferta. Por otro, hay muchísimo más turismo en la ciudad, y muchísimos turistas atraídos por el juego. Pero nada de esto significa que haya más jugadores. De hecho, nosotros creemos que hay menos. Lo que pasa es que antes se iban a jugar a Mar del Plata, a Tigre o a Uruguay, y ahora pueden apostar sin necesidad de dejar la ciudad. Está claro que hay una demanda de juego grande, que incluso todavía no ha sido satisfecha", señaló La Nación haciendo referencia a uno de los más influyentes dirigentes del Instituto, que pidió reserva de su nombre.