Una incomprensible situación que se sostuvo hasta hoy

Brasil: 75 años "sin casinos" y una decisión basada en "la moral y las buenas costumbres"

Hoy, a 75 años de aquella decisión, Brasil mantiene una decisión incomprensible para muchos, y sigue pujando por reabrir los casinos y bingos, en una deuda que el Congreso de la Nación no ha podido saldar hasta ahora.
03-05-2021
Tiempo de lectura 1:52 min
La semana pasada cerró con una triste efemérides para el sector de juego en Brasil, al recordar que hace 75 años el presidente Eurico Gaspar Dutra firmaba el decreto ley para bajar definitivamente la persiana de los casinos en el país.

El pasado viernes 30 de abril se cumplieron 75 años del decreto ley 9215 de 1946, firmado por el presidente Marechal Eurico Gaspar Dutra, que puso fin a los casinos en Brasil. Analistas aseguran que el presidente Dutra, quien estaba en el poder hacía solo cien días, fue "inducido" por el ministro de Justicia, Carlos Luz, el Cardenal y Arzobispo de Río de Janeiro, Jayme de Barros Câmara, y por la esposa, Carmela "Santinha" Dutra, para tomar una decisión que al día de hoy mantiene clausurada a la industria de juego nacional.

La gran ironía es que Dutra fue elegido gracias al apoyo de Getúlio Vargas, quien había autorizado los casinos doce años antes.

Cuenta la crónica de la época, que a las 23:00 horas del 30 de abril, José Caribé da Rocha, director del Casino Copacabana Palace, se dirigió a la mesa de ruleta, rodeada de apostadores, amigos y empleados y dijo: "¡Señoras y señores, hagan sus apuestas para la última vuelta de ruleta en Brasil!". Giró el cilindro, soltó la bolilla de marfil y, con lágrimas en la voz, embargada de emoción, cantó: "¡Negro el 31!".

En los 71 casinos de Brasil, el clima fue el de un velorio. En los rostros se veía el sentir de cerca de 53.200 desempleados de salones de juego, que vieron esfumarse sus fuentes laborales. Todo ello ante la impávida mirada del pueblo brasileño, a pesar de que los juegos que se desarrollaban en los casinos atraían a la alta sociedad nacional, y muchos de los artistas brasileños de la época habían dado sus primeros pasos en los escenarios de los casinos.

Dutra destacó en su decreto que, "considerando que reprimir los juegos de azar es un imperativo de conciencia universal, que la ley penal de todos los pueblos cultos contiene preceptos tendientes a ese fin, que la tradición moral jurídica y religiosa del pueblo brasileño es contraria a la práctica y a la explotación de juegos de azar, que, de las excepciones abiertas a la ley general surgieron abusos contrarios a la moral y a las buenas costumbres, que las licencias y las concesiones para la práctica y la explotación de los juegos de azar en la Capital Federal y los centros turísticos de hidroterapia, balnearios o climáticos fueron dadas a título precario, pudiendo ser dejadas sin efecto en cualquier momento", se decidió el fin de los casinos.

Hoy, a 75 años de aquella decisión, Brasil mantiene una decisión incomprensible para muchos, y sigue pujando por reabrir los casinos y bingos, en una deuda que el Congreso de la Nación no ha podido saldar hasta ahora.

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