Además de provocar una emergencia sanitaria a nivel mundial, el coronavirus está logrando que los mercados que aún no regularon el juego online estén analizando de manera seria avanzar en este sentido para contrarrestar el impacto del cierre prolongado de las salas físicas. En América Latina, este es el caso de Chile.
"El único camino es una ley integral que abarque la más amplia oferta de juegos. La autoridad competente debe fijar las condiciones —los requisitos técnicos, la evaluación de los postulantes, los estándares, la garantía de cumplimiento— y todo aquel inversionista que las cumpla, local o extranjero, podrá obtener una licencia. El mercado de juego online no puede limitarse a quienes tienen una licencia de casino presencial", esta es la posición que defiende Francisco Leiva, quien se desempeñó como superintendente de Casinos de Juego de Chile entre 2005 y 2012.
El exfuncionario citó como modelos a seguir los marcos regulatorios del Reino Unido, por el amplio abanico de juegos de juego que permite; y de Colombia, por ser abierto y no fijar un límite para la cantidad de licencias. Estas son las dos características infaltables en los modelos exitosos, aseguró. La idea es que el propio mercado ajuste su tamaño.
"No debemos repetir el modelo de regulación de los casinos físicos en Chile. La cantidad máxima se fijó de manera arbitraria: podrían haber sido 10 o 30, en lugar de 24. El número no se sustentó en un argumento estadístico o económico", señaló Leiva, que luego de su paso por la función pública se desempeñó como consultor internacional, y hoy trabaja como asesor técnico de LatamWin, operador y proveedor de tecnología para operadores de juego online.
Para Leiva, la carga tributaria debería rondar entre el 5% y el 10% sobre el win. Según sus proyecciones, en el quinto año de regulación, se llegaría a un 30% de crecimiento del mercado y el win sería de US$ 425 millones.