Por César A. Dechat (*)

Cómo obtienen los casinos su dinero - Parte III

21-04-2014
Tiempo de lectura 5:26 min
Durante las dos entregas anteriores hemos intentado aproximarnos a la noción general de cómo hacen los casinos para generar sus ingresos a partir de los diferentes juegos que ofrecen a sus clientes. En busca de esta noción hemos explorado muy someramente los conceptos de la Ventaja Matemática y el Valor Esperado de una determinada postura, hemos intentado alguna definición de lo que son las Probabilidades desde el punto de vista de los juegos de azar y hemos realizado, a modo de ejemplo, algunos cálculos respecto del juego de ruleta aplicando estos tres conceptos. No obstante, debo admitir, mi estimado lector, que hasta el momento no hemos abordado aún la cuestión central que responde al interrogante que da título a esta serie de artículos: ¿cómo obtienen los casinos su dinero?

Como reconocimiento hacia aquellos de ustedes que han tenido la perseverancia, y por sobre todo, la paciencia de haber llegado hasta este punto leyendo los dos artículos anteriores, los cuales, para ser honesto, pudieron resultar quizás un tanto tediosos de seguir por lo genérico de su formulación (y, por sobre todo, por mi falta de talento para escribir), quiero anticiparles ya la solución a este interrogante, para luego sí intentar su justificación. La respuesta que estamos buscando la podemos expresar mediante una única y simple palabra: Matemáticas. 

Así es, mí estimado lector. En su esencia, el negocio del casino es bastante simple de comprender: los casinos generan dinero en sus juegos gracias a las matemáticas que operan detrás de ellos. Con solo pocas excepciones notables, la Casa siempre ganará -en el largo plazo- por la ventaja matemática que ella posee por sobre sus jugadores. No sin razón, nuestros abuelos ya advertían de este hecho a aquel apostador novato que, tentando a su suerte, intentara prolongar por más tiempo del aconsejable una racha ganadora en contra de la Casa: “De enero a enero, la plata es del banquero”, decían entonces.

Si bien todo lo dicho hasta aquí suena bastante obvio y trivial, resulta sorprendente observar que tan a menudo los que trabajamos en la industria tendemos a malinterpretar o subestimar los principios básicos que operan detrás de los diferentes juegos de azar y su relación con la rentabilidad del casino, lo que puede conducirnos a tomar decisiones erróneas frente a ciertos escenarios que terminan afectando, en forma directa o indirecta, la performance del negocio.

Un sencillo ejemplo que se me ocurre para ilustrar el punto anterior, sucedió hace un par de años atrás en uno de los casinos más conocidos y prestigiosos de la región, cuando una máquina recién introducida en el sector de Alta Denominación generó un premio de nada menos que 267.000 dólares. Luego de efectuados todos los controles de rigor, determinada  la validez de la jugada y efectivizado el pago, se sacó la máquina de servicio para su “control”. Pocos días después, y sin volver a jugar una partida más, la máquina fue retirada definitivamente del lugar. 

Evidentemente, el resultado puntual de esta decisión fue pésimo desde el punto de vista comercial, ya que puso de manifiesto al menos una de las fallas cometidas en ese momento. La primera falla fue de utilizar una máquina de muy alta volatilidad a una denominación tan elevada que generaba un riesgo económico tal, que resultaba intolerable para los estándares del casino (lo que motivó finalmente la decisión de retirarla). La segunda falla, a mi criterio, fue el de haberse amedrentado por el premio otorgado, a punto tal de darla de baja de inmediato, sin darle ninguna chance de recuperarse y ajustarse naturalmente a su retención esperada, ello a pesar de que las probabilidades de que un pago de  semejante magnitud se repitiera en el corto plazo eran ínfimas (aunque, es cierto, no nulas).  

Finalmente, podríamos considerar también una falla desde el punto de vista comercial, aunque éste quizás sea bastante debatible, y es el de como se reaccionó frente al escenario planteado. En este sentido, mi opinión es que, a pesar de haberse superado aparentemente el umbral de riesgo económico aceptable por el casino para una sola máquina, y habiéndose comprobado que la misma se comportó correctamente, dentro de los parámetros normales, y con un pago contemplado dentro de su tabla de premios y ParSheet, el costo pagado por el casino, en términos de prestigio y transparencia frente a sus clientes,  por haber retirado de inmediato esta máquina del piso ni bien generó este premio, superó con creces el riesgo adicional (el cual se puede incluso cuantificar económicamente) que hubiera implicado mantenerla operativa durante un par de meses más, al menos hasta que se diluyera suficientemente el impacto generado por aquel premio.

Con este ejemplo podemos apreciar como aún en las compañías más exitosas y prestigiosas, con un management altamente capacitado y profesional, en algunas ocasiones pueden primar el instinto y los impulsos irracionales, que las lleven a realizar ciertas acciones que, por una u otra causa, pueden afectar negativamente las ganancias o la imagen del casino. Evidentemente, una cosa es evaluar y analizar situaciones como la del ejemplo anterior a la distancia y ya con los resultados en la mano, y otra muy distinta es tomar decisiones complejas con información incompleta y en  momentos álgidos, como el que seguramente habrá vivido mi colega del casino en cuestión, al día siguiente de pagar 267.000 dólares.  

Desde otro enfoque, podemos decir que la correcta interpretación y compresión de los principios matemáticos que funcionan detrás de un determinado juego nos permite a los operadores poder cumplir razonablemente con las expectativas de nuestros clientes. En este sentido, debemos ser conscientes que existe una razón fundamental que explica el motivo por el cual una persona inteligente, que toma decisiones racionales, arriesgaría conscientemente su dinero en un juego en el cual su oponente, que en este caso es el casino, posee una determinada ventaja: el valor del entretenimiento que obtiene al hacerlo. 

Queda claro entonces  porque, por un lado, muy pocas personas estarían dispuestas a participar de un juego en el cual pierdan consistentemente el cuatro o el cinco por ciento de cada unidad apostada, mientras que por el otro, cientos de miles de personas que visitan cada día nuestros casinos, estén dispuestas a participar de juegos que, básicamente, arrojan el mismo resultado. 

Ciertamente, la diferencia entre estas dos situaciones reside en el hecho de que, mientras que casi nadie estaría dispuesto a arriesgar su dinero en un juego en el que indefectiblemente perdería una fracción del mismo (aunque pequeña), muy probablemente, un gran número de personas, entre las que me incluyo, estén dispuestas a participar de un juego que, aún con una pequeña desventaja a su favor, les genere expectativas razonables de obtener un premio lo suficientemente interesante que les compense el riesgo asumido.   

En este sentido debemos decir que  los nuevos juegos de casino deben su éxito o fracaso a las expectativas que los mismos generan en los jugadores, pero más aún, a su capacidad de colmar estas expectativas a lo largo del tiempo. Durante los últimos años,  ha debutado en nuestros casinos una gran variedad de nuevos juegos que tratan de atraer el interés del jugador y mantener su atención. A pesar de un relativo éxito preliminar, muchos de ellos han fallado notablemente en satisfacer suficientemente las expectativas de los jugadores una vez superada la fase de deslumbramiento inicial. 

En efecto, más allá de si un juego es divertido o interesante de jugar al principio, con muchos bonus y escenarios interactivos que descubrir, probablemente no resulte exitoso en el tiempo,  si quien los juega más o menos regularmente pierde su dinero demasiado rápido o solo  tiene una posibilidad excepcionalmente remota de finalizar sus sesiones de juego con alguna ganancia. Es justamente aquí, donde la magia de las matemáticas del juego entra en acción nuevamente.

Dejaremos para el próximo artículo un último enfoque respecto del importante rol que juegan las matemáticas en nuestro  negocio: el análisis de las diferentes fluctuaciones aleatorias no periódicas que se producen, en uno u otro sentido, respecto de un cierto resultado esperado de un determinado juego. Algo conocido por todos como “suerte”.   

Hasta la próxima.

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