a legalización de las máquinas tragamonedas en tres locales de juego de Miami-Dade fue rechazada por el 51.6 por ciento frente al 47.5 por ciento, un resultado contra todos los pronósticos, y que se atribuyó al giro del votante hispano influenciado por el gobernador Jeb Bush.
''El hecho de que el gobernador se haya involucrado fue muy significativo'', reconoció el ex representante estatal republicano Manny Priéguez, portavoz de la campaña a favor de la legalización.
''Esto fue una victoria a medias'', dijo apesadumbrado Fred Havenick, dueño del canódromo Flagler de Miami, en la apagada sede de campaña en Miami-Dade de la agrupación Sí para Escuelas y Trabajos Mejores.
''La comunidad fue inteligente y supo rechazar un mal negocio'', sostuvo el empresario Sergio Pino, quien invirtió $100,000 de su bolsillo en favor del No y se convirtió en uno de sus principales promotores.
Un poco más al norte, los votantes del condado de Broward concedieron una largamente esperada victoria a la industria del juego aprobando por 55 a 44 por ciento la legalización por primera vez en la Florida de las tragamonedas en dos hipódromos, un canódromo y un frontón. En este condado, el 17 por ciento de los votantes acudió a las urnas.
''Esto va a ser económicamente bueno para Broward. Es una cosa positiva y es el primer paso para convertir esta zona en un area turística tan grande como Las Vegas'', vaticinó José ''Pepe'' López, presidente de la Asociación de Votantes Latinos de Broward.
Los promotores de la legalización afirmaron que las tragamonedas generarían centenares de millones en impuestos que se destinarían a la educación y se crearían hasta 18,000 nuevos empleos.
Por su parte, los opositores calificaron de falacias esas proyecciones, señalaron que los impuestos que generaran se tendría que repartir entre los 67 condados del estado y que los costos sociales del juego los absorbería sólo el sur de la Florida.