De acuerdo a las cifras suministradas por la Junta de Control de Juegos de Panamá, unos 707,2 millones de dólares se jugaron en las máquinas tragamonedas, mientras 84,3 millones se apostaron en los más tradicionales juegos de mesas.
La actividad pasó a manos privadas en la década pasada, y los expertos coinciden en que el auge obedece a una reglamentación que permite a operadores entrar al negocio con inversión no del todo significativas, considerando los montos que maneja la actividad. Actualmente, unos siete operadores, con capital nacional y extranjero, administran más de una decena de casinos en hoteles y otros sitios turísticos de la capital y en las afueras.
De acuerdo con las leyes vigentes, los operadores deben devolver el 80 por ciento de las ganancias al Estado panameño y quedarse con el 20 por ciento restante. A todo esto, cabe señalar que las autoridades aprobaron recientemente una ley para que se realicen auditorias sobre las ganancias de los casinos.