La ONCE reclama a la Administración el permiso de poder celebrar un sorteo extraordinario el 1 de enero como una de las medidas para paliar el descenso de las ventas, que este año ha sido del 4% y el pasado, del 3%.
Desde el verano, la cúpula de la ONCE negocia con el Ejecutivo la revisión del acuerdo firmado en 1999, cuando se fijó en 300 millones de euros el techo de recaudación por venta del cupón. El tope no se ha alcanzado debido a la crisis del sector de los llamados “juegos pasivos”, aquellos en los que el jugador no interviene activamente en el sorteo.
A la vista de los malos augurios, la entidad apuesta por atajar la pérdida de recaudación a través de varias vías. Una de ellas es un sorteo extraordinario el 1 de enero y la posibilidad de que los premios sean acumulables, es decir, que se pueden conceder botes o pozos.
Como reivindicación adicional, la institución plantea que pueda competir en la organización de juegos “activos”, similares a la Bonoloto y la Primitiva. Aquí la ONCE se topa con el obstáculo de que sólo puede instituir sorteos de este tipo cuando la recaudación máxima equivalga al 10% de lo que recauda el Estado por esta vía.
Ello significa que las loterías que pueda montar la ONCE no pueden ingresar más de 312 millones de euros. El presidente de la entidad, Miguel Carballeda, comentó que “eso es muy poco para competir. Por eso pedimos que nos suban la cantidad ya que con la actual el desequilibrio es absoluto”.