Mundial de Clubes y Apuestas: la delgada línea entre el entretenimiento y el peligro

El campeonato que, por primera vez en la historia, cuenta con la participación de 32 equipos de todo el mundo, enciende la pasión de los hinchas a nivel internacional.

El mundo entero está atento a este hito y se espera una asistencia total de más de 3,7 millones de personas y se transmite en más de 130 países, logrando una audiencia potencial de cientos de millones de espectadores. La participación de clubes patrocinados por casas de apuestas (28,1%) refleja el vínculo creciente entre el fútbol y esta industria.

Según los datos de la consultora Grand View Research estimaron que el mercado global de juegos de azar online alcanzó los 78.660 millones de dólares en 2024, con una proyección de crecimiento hasta los 153.570 millones para 2030. De ese total, las apuestas deportivas representan más de la mitad.

A esta altura del partido, nunca mejor utilizada esta metáfora, es hora de marcar las abismales diferencias que separan a las plataformas de apuestas legales de las clandestinas. Si bien en apariencia pueden parecer cosas similares, en realidad se trata de universos completamente distintos. El primero ofrece un entretenimiento responsable mientras que el segundo busca captar clientes, no importa la edad que tengan, para que apuesten su dinero sin ningún tipo de control.

Si tuviéramos que encontrar una palabra para graficar esa diferencia sería, sin lugar a dudas, la “responsabilidad” frente al usuario. Las plataformas legales, fáciles de identificar dado que su dominio termina en bet.ar, están expuestas a severos controles por parte del Estado y cuentan con una serie de mecanismos que protegen al apostador frente a un consumo abusivo.

Cualquier usuario que ingrese a una casa de apuestas registrada, antes que nada, tiene que confirmar que es mayor de edad. Los datos del cliente se cruzan con la información del RENAPER para garantizar que es mayor de 18 años. Además, las plataformas legales cuentan con una serie de herramientas que cuidan al apostador y evitan que caiga en conductas que puedan dañar su patrimonio y generar una adicción al juego.

En el caso de bplay, cada usuario puede acceder a un registro propio de sus gastos como también la cantidad de tiempo que están en la plataforma. En caso de ser una situación que genere algún tipo de alarma, es posible suspender temporalmente la cuenta si el usuario o su entorno considera se ha tornado un peligro para sí mismo. En última instancia, el apostador puede utilizar la opción de autoexclusión y bloquear el acceso a las apuestas.

Este tipo de herramientas son fundamentales para cuidar a nuestros usuarios y mantener el juego dentro del ámbito del entretenimiento. Por otra parte, llevamos adelante campañas de concientización sobre el juego ilegal con el “Dibu” Martínez, un referente de nuestros chicos y chicas que logra llegar a este rango etario y hace que sean permeables al mensaje, porque al ídolo se lo escucha desde otro lado.

Veamos ahora qué es lo que ofrecen las casas de juego ilegal. En primer lugar representan una estafa al fisco porque no tributan ningún tipo de impuesto a diferencia de sus pares registradas. Pero, más allá de este desfalco al Estado, las plataformas clandestinas incentivan una adicción en pos de una ganancia económica.

Si las casas de apuestas legales tienen como regla cuidar al apostador para que no caiga en consumos problemáticos, las ilegales incentivan el juego descontrolado y no proporcionan ninguna herramienta que permita a sus usuarios poner un límite a sus apuestas.

De esta manera se diluye la esencia del juego como entretenimiento, convirtiéndolo en una actividad que puede impactar negativamente en la vida económica, social y familiar de los apostadores.

Recordemos que el jugador social juega por placer, no pone en riesgo su economía y puede abandonar el juego cuando lo desee. Para este apostador, los juegos de azar son una actividad recreativa saludable que no genera ningún tipo de problemas. En cambio, el jugador compulsivo encuentra en las plataformas ilegales el entorno apropiado para desarrollar una conducta nociva que no sería posible en las casas de apuestas registradas.

Jugar en plataformas legales no es sólo una cuestión de cumplir con la normativa, sino de garantizar una experiencia protegida y positiva para los usuarios. La legalidad marca la diferencia entre disfrutar del ocio y enfrentarse a riesgos innecesarios. Combatir el juego ilegal es proteger la esencia del juego como diversión, trazabilidad y responsabilidad social.

A su vez, según los datos Grand View Research casi 1 de cada 5 adultos ha apostado online al menos una vez, esto equivale a 882 millones de usuarios en todo el mundo. Pasaron de 83,7 usuarios en 2021, en el segmento de apuestas deportivas, a 137,9 millones en 2024.

En este sentido, la FIFA anunció la implementación de un protocolo para monitorear en tiempo real actividades sospechosas vinculadas a las apuestas deportivas, con el objetivo de identificar y prevenir cualquier intento de manipulación durante los 63 partidos del torneo.

En Argentina, el 80% de los sitios de apuestas opera de forma ilegal. La delgada línea entre lo legal y lo clandestino marca una diferencia clave: mientras los sitios autorizados ofrecen seguridad y control, los ilegales son una puerta abierta al riesgo.

Columna de Guillermo Gabella, ex Presidente de A.L.A.J.A (Asociación Latinoamericana de Juegos de Azar) y Director de Asuntos Públicos de Boldt