Ana María Padrós es la fundadora de TEAM SEVEN, consultora de soluciones de marketing para la industria de los juegos de azar a nivel regional.
Fue entonces que descubrí lo que muchos no quieren ver: los casinos son un centro social para personas solitarias. Este grupo humano ha encontrado en nuestra industria un lugar donde son acogidos, donde pueden pasar todo el día en compañía, recibir buen trato y servicios que justifican con creces la inversión que puedan hacer en el juego, que además forma parte del entretenimiento.
Para las personas mayores, acudir a salas de juego es una terapia contra la soledad. He oído comentarios como "en el casino me divierto y me olvido de todos mis problemas".
Para quienes tienden a quedarse solos en casa, un casino les brinda la oportunidad de conocer a otras personas, lo cual es un estímulo positivo para la salud.
Es importante señalar que cada generación debe tener un tratamiento adecuado, y se debe atraer a las generaciones más jóvenes sin interferir con la experiencia de sus jugadores mayores.
Hay que revalorizar el concepto del casino, hacer que deje de ser un lugar donde la gente va a ganar dinero, para verse como uno donde en realidad, los apostadores va a buscar aventuras y emociones.
Las personas, más que jugar, van a pasar el rato, a reírse con sus amigos e incluso a comer, siendo el juego sólo parte del gran buffet de experiencias. Un plano donde las preocupaciones no existen. Realmente las personas, más que a jugar, van a sentir.
Estamos ante más que ganancias monetarias, pues lo que se busca es “ganancia emocional”. Dicho lo anterior, los profesionales de marketing de la industria debemos generar ambientes llenos de emoción, fantasía e ilusión. Y ser obsesivos con los detalles, tenemos que hacer que la magia suceda.
Desde que una persona pisa la alfombra de un casino, su sensación debe ser la de un niño entrando a un parque de diversiones: la luz, el olor, los colores, el sonido, la distribución que lo envuelve, las caras sonrientes, las voces amables... todo, absolutamente todo, tiene que contribuir a que los cinco sentidos perciban sensaciones agradables.
Las salas de juego se han dado cuenta del aspecto socializador de sus negocios y lo han aprovechado para sacarle partido, ofreciendo bebidas, snacks, almuerzos y cenas.
Desde prestar lentes de lectura y mantas a los clientes, hasta ofrecer partidas gratis a quienes vayan acompañados de otras personas u ofrecer sillones de masaje para relajarse, todo está permitido. Ya existen máquinas de juego que muestran las explicaciones en letras grandes, para facilitar la lectura de las personas de edad avanzada. "La sala es un foro de conversación", ésa es otra de las ventajas que un salón de juegos otorga.
En otro aspecto, los colores se relacionan con las emociones: fuertes, como el rojo, estimulan la actividad y la competencia, mientras que los tonos marrones generan confianza y ambiente hogareño. El dorado, por ejemplo, representa las ganancias y la fortuna.
El sonido de las máquinas tragamonedas y la luz tenue hacen que se tenga la sensación de ganancias en un ambiente tranquilo y acogedor, que genera a la vez actividad y competencia. En cuanto a la arquitectura, el diseño debe encerrar sutilmente a los jugadores en un mundo donde el tiempo se detiene, y sólo importa el ahora.
Los elementos llamativos y des coordinados son una estrategia de marketing que ejerce una motivación para seguir activos y despiertos; alfombras extravagantes y colores brillantes que pretenden generar actividad para que la hora del juego nunca se acabe.
Finalmente y para dejar un aporte estadístico, según una investigación de mercado de junio 2017, las tres principales motivaciones para asistir a un casino son: la ilusión de ganar; la identificación (es decir, el pertenecer) y el alejarse de los problemas.