Aunque se han manifestado reticentes a los cambios en el sistema de jubilaciones y pensiones, los sindicalistas que se reunieron esta semana con Temer se comprometieron a buscar soluciones en conjunto con el Gobierno. La Central Única de Trabajadores (CUT) y la Central de los Trabajadores y Trabajadoras de Brasil (CTB) no participaron del encuentro por oponerse a la destitución de Dilma Rousseff.
El presidente de la Central de los Sindicatos Brasileños (CSB), Antônio Neto, explicó que si bien el Gobierno puede convencerlos, inicialmente el sector cree que la reforma no es necesaria.
Datos del Gobierno indican que la edad media de jubilación en Brasil, donde no hay edad mínima para retirarse, es de 58 años, y el déficit provocado por el sistema de pensiones asciende a varios miles de millones de dólares anualmente.
Según los sindicatos, existen otras alternativas para financiar el sistema de jubilaciones y pensiones antes que modificar las edades, una de ellas sería crear impuestos a través de la legalización de los juegos de azar. Aseguran que la actividad podría generar entre 25 y 30.000 millones de reales para el sistema previsional.