John Brunetti, titular del lugar, espera restaurar parte de la gloria de Hialeah resucitando el lugar como una mezcla de pista de carreras, casino y centro de entretenimiento, en el estilo del Seminole Hard Rock Casino de Hollywood.
El propuesto casino de U$S 25 millones y el complejo de tiendas acompañante se demorarán, como mínimo, un par de años. La pista sólo tiene licencia para caballos que corran un cuarto de milla, no para los pura sangre que corrían anteriormente frente a los ricos y poderosos, desde los Vanderbilt hasta Winston Churchill.
Para Brunetti, Hialeah va a ser un vehículo para sus planes de un casino y quizá, finalmente, el regreso de los pura sangre.
Durante años, Brunetti batalló contra Gulfstream y Calder, situados más al norte, para ganarse las codiciadas carreras de invierno, cuando la región está llena de turistas y muchos de los mejores caballos del país son enviados al lugar para correr en el clima cálido y soleado.
Hialeah trató de competir directamente con Calder en 1989, no consiguió quitarle los clientes, y cerró. Cuando volvió a abrir en 1992, una multitud de más de 30.000 se abalanzó por los torniquetes, impacientes por ver las carreras en un hipódromo que muchos habían pensado nunca abriría de nuevo.
Pero su nueva popularidad fue temporal, y cuando la asistencia siguió disminuyendo, el hipódromo cerró de nuevo en 2001. Desde entonces, Brunetti ha vigilado y estudiado de lejos mientras los dos hipódromos sobrevivientes fueron asumidos por grandes corporaciones y lucharon con la disminución de la asistencia, traída en gran parte por la creciente competencia por el juego.
“Por supuesto, yo cometí algunos errores, y tengo parte de la culpa”, dijo Brunetti del cierre inicial del hipódromo de Hialeah. “Pero tengo la esperanza de que se den cuenta de que yo no fui el único culpable en esta industria. No se puede decir que si salimos de Brunetti todo se va a aresolver. Yo creo -y muchos lo creen también- que con la reapertura de Hialeah, y con su prestigio y su historia, podemos ayudar a la industria”.
Brunetti dijo tener la esperanza de persuadir a los líderes de las carreras y a los políticos de que hay cabida para tres hipódromos de pura sangre en el sur de la Florida. El tiene la esperanza de volver a ganarse a los antiguos fans -y conseguir nuevos- con una sede del club renovada. Las gradas necesitan reparaciones y estarán cerradas para la reunión, y los viejos establos han sido reemplazados por otros temporales.
Pero la estatua de tamaño natural de Citation relumbra, las luces de la pizarra están funcionando debidamente, y la sede del club parece tan hermosa como el día en que se construyó.
“Parece algo salido de la revista Architectural Digest”, dijo Brunetti. “Yo nunca creí que pudiéramos haber llegado a este punto. Pero lo hemos hecho, y se ve. El lugar siempre tuvo una buena estructura. Se construyó bien. Y sólo había que aprovecharlo”.
La pista, considerada por mucho tiempo como una de las más seguras y de las mejores en el deporte, luce exactamente igual.
Dennis Testa, el superintendente de la pista, dijo que los caballos no detectarían cambio alguno si pudieran meter de nuevo los cascos en ella.
“Este es el mayor riesgo que he tomado en mi vida profesional”, dijo Brunetti. “Lo peor que puede pasarme es que fracase. En este momento, no tengo legislación. No tengo financiamiento de afuera. Tengo un mínimo de flexibilidad con el permiso para caballos de carreras de cuarto de milla. Pero nunca hubo nada como Hialeah. Yo dije eso hace 40 o 50 años. Y, hasta en un mercado en malas condiciones, en una industria que disminuye, creo que hay un lugar para las carreras de caballos”.