Cientos de boletas se venden durante el día a 10 mil pesos, y pasadas las 4 de la mañana, comerciantes, coteros y demás trabajadores interrumpen sus labores para participar en el improvisado sorteo. Aunque la de la Central de Abastos de Bogotá es la apuesta ilegal más reconocida de la ciudad, cientos de rifas y juegos sin ningún control estatal se realizan a diario en varios sectores comerciales de la capital.
La ilegalidad del juego es perseguida por la unidad de fiscalización de apuestas, una oficina de la lotería de Bogotá. Su misión, además de verificar la legalidad del juego, que agrupa 38 empresas y 50 mil vendedores, y los municipios de Cundinamarca, es poner en conocimiento de la fiscalía las prácticas que están fuera de la ley para que sean judicializadas.
Fabio Villa, gerente de la lotería, dice que no se tienen registros de cuanto dinero se mueve a diario por ese concepto. Su grupo de “caza apuestas” indica que el millonario negocio está en manos de pequeñas organizaciones que se encargan de vender las boletas y garantizar la transparencia del proceso.
En cualquier momento del día, de la noche, se realizan los fugases sorteos en casi todas las plazas de mercado, en especial la de Corabastos, así como en San Andresito, San Victorino y algunos sitios públicos.