La votación de la semana pasada no puso fin a la lucha por el futuro de la industria de los juegos de azar en el sur de la Florida, ya que tras la aprobación de las tragamonedas en el condado de Broward y el rechazo en Miami-Dade, la controversia se mantiene y los dos bandos prometen que el debate continuará.
Los defensores de las máquinas tragamonedas dijeron que le volverán a consultar en dos años a los electores de Miami-Dade para permitir la explotación de máquinas tragamonedas en el canódromo de Flagler, el Miami Jai-Alai y el hipódromo Calder, y los que se oponen anunciaron otro referéndum estatal para derogarlas.
"El voto no fue claramente un mandato abrumador de los residentes de Broward", explicó Paul Seago, del grupo opositor. "La industria del juego no obtendrá las miles de máquinas que quería ni tampoco un impuesto bajo". Y es que en Broward, las tragamonedas se aprobaron con el abstencionismo del 83% del electorado, y del 17% de los votantes que acudieron a las urnas, menos del 10% aprobó poner máquinas tragamonedas en los canódromos de Hollywood Greyhound y Pompano Park Harness, en el Dania Jai-Alai y en el hipódromo Gulfstream.
En Miami-Dade, las tragamonedas fueron rechazadas por el 51.% de los electores, un resultado atribuido por expertos a los votantes hispanos, que se unieron al gobernador Jeb Bush en su campaña por el "No". Pero en Broward, muchos hispanos apoyaron la iniciativa. "Para nosotros en materia económica va a ser muy bueno, ya que será el primer paso para que el condado se transforme en una zona turística tan grande e importante como Las Vegas", dijo José López, presidente de la Cámara de Comercio Latina de Broward.
Otros dirigentes hispanos no se mostraron tan optimistas. Fabio Andrade, presidente del Centro Comunitario de las Américas, con sede en Weston, dijo que "es un mal negocio porque tendremos que repartir las ganancias con el resto de los condados, inclusive con nuestros vecinos de Miami-Dade". Andrade se refería a uno de los aspectos más controversiales de la propuesta que obliga a repartir el dinero que se genere por los impuestos a las tragamonedas, entre los 67 condados del estado.