Por Mariela Huenchumilla Fritz

Día Mundial del Juego Responsable

 

(*) Mariela Huenchumilla Fritz es licenciada en Trabajo Social por la Universidad Mayor. Desde el 2008 forma parte de Dreams, desde donde se especializó en Juego Responsable, área de la que hoy es su Gerente Corporativo. A partir de esta labor en la empresa, impulsó junto a otras organizaciones la creación de la Corporación Nacional de Juego Responsable, la cual preside, una institución pionera orientada a promover las buenas prácticas en los juegos de azar legales. Mariela es además miembro del Consejo Consultivo de la Sociedad Civil de la Superintendencia de Casino de Juego de Chile.

17-02-2017
Tiempo de lectura 2:39 min
Desde 2008, cada 17 de febrero se celebra en todo el mundo el Día del Juego Responsable, con el objetivo de fomentar el debate sobre la importancia de llevar a cabo campañas educativas respecto a la prevención, para controlar y evitar el juego patológico.

En Chile, y pese a esfuerzos de difusión con acotados resultados, la Corporación de Juego Responsable, que nace en 2014, ha tenido el objetivo de promover las buenas prácticas para un juego saludable y responsable. Es una corporación integrada –entre otros– por los casinos Enjoy y Sun Dreams, Polla Chilena de Beneficencia, la Asociación de Jugadores en Terapia (Ajuter), la Asociación Chilena de Casinos de Juego (ACCJ) y el Instituto del Bienestar.

Mediante ella, se ha impulsado una labor preventiva respecto al juego a través de la formación, orientación y educación para los clientes y anfitriones, así como el apoyo de manera seria y discreta a quienes solicitan ayuda, implementado entre otros, sistemas de autoexclusión, prácticas imposibles de replicar en los espacios de juego no regulado.

Hoy en día, una de las principales piedras de tope para llevar a cabo de manera efectiva las políticas educativas y preventivas de juego responsable en Chile es el juego ilegal.

Es un factor relevante para la industria de casinos de juego, principalmente por su influencia en el juego patológico. Un problema que cada vez más afecta a jóvenes de sectores vulnerables, que desde edad temprana se ven expuestos a máquinas tragamonedas sin fiscalización, clandestinas y a ambientes de juego poco seguros y sin regulación.

Según estudios sobre ludopatía y juego ilegal, desarrollados por la Universidad de Santiago a solicitud de la Corporación de Juego Responsable en Chile, se hace imprescindible generar políticas públicas y regulaciones que apunten a proteger a la población de manera preventiva, considerando que más de la mitad de los jugadores patológicos (49,3%) se encuentra en el estrato socioeconómico más bajo y que los jóvenes de entre 18 y 30 años son los que más utilizan estas “tragamonedas” ilegales.

Conocer las cifras, sin duda, facilita la detección y formulación de estas políticas. En este sentido, el informe publicado por la Superintendencia de Casinos de Juego (SCJ), que revela la existencia de más de 33 mil máquinas ilegales en 87 comunas del país, constituye información relevante y marca un punto de inflexión para avanzar en esta materia desde la vereda público-privada.

Los casinos de juego ilegales constituyen escenarios de riesgo y proliferación para la ludopatía, ya que se juega fuera de espacios normados por las leyes, los derechos no existen y los potenciales beneficios son arbitrarios. Son espacios aparentemente inocentes, pero que por falta de control permiten desarrollar una conducta repetitiva que puede derivar en una patología. No hay conocimiento de los jugadores, no se cobra por el acceso, tampoco se conoce el porcentaje de retorno de las máquinas, y tampoco hay resguardo de la edad de los jugadores.

En el Día Mundial del Juego Responsable, hacemos un llamado a las autoridades a encender las alarmas sobre dos focos. El primero, el riesgo que implica el juego ilegal y la necesidad de una mayor fiscalización sobre este tema por parte de las autoridades. Esto sin lugar a dudas es un desafío para toda la industria en Latinoamérica. El segundo, la necesidad de incorporar el tema del juego patológico a nivel de políticas públicas de salud, un tema que debiera mirarse como prioridad en materias de salud mental.

Como sociedad, hemos desaprovechado una oportunidad única. En la ley de renovación de permisos municipales de Casinos, no ha existido ni una sola palabra para el fomento de políticas de juego responsable como exigencia, tal vez como valor o castigo en los procesos de evaluación, lo que tal vez, y siendo pesimistas, demuestra que no se ha querido aprender. Esperamos que con la nueva Superintendenta de Casinos de Juegos, nombrada por el actual Gobierno, este tema sí sea parte de su agenda.

 

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